JAMES MAYBRICK

 

Nació en 1838, fue el tercero de 7 hermanos. Murió el 11 de mayo de 1889 a los 49 años. Su muerte no fue natural.

En 1874 viajó a Norkfold, Virginia, por razones de sus negocios y allí, en 1877, le sucede un episodio que será crucial en su vida: contrae la malaria. Al principio toma quinina, pero luego se pasa a una preparación en polvo que mezcla arsénico y estricnina. La ingestión de estas sustancias no era extraño en su época y había médicos que la prescribían. Maybrick fue, progresivamente, en el curso de la década posterior aumento la dosis hasta llegar a ingerir un tercio de 1 grano, dosis suficiente para matar a un hombre (cada grano es igual a 46 mmg).

En el año 1881 se casa con la joven Florence Chandler, le llevaba 25 años, y los primeros años viven en buena armonía haciendo una vida social muy intensa. Al principio la pareja residió en Virginia (EEUU) pero luego se trasladó definitivamente a Liverpool, Inglaterra.

Los problemas financieros por un lado y las desavenencias de la pareja por el otro van enturbiando la apacible situación. Cuando nace su segundo hijo (Gladys), en 1885, ya existían fuertes disensiones. Estas se acentúan con el tiempo cuando se descubren las mutuas infidelidades.

En la época de las andanzas de Jack el Destripador, Maybrick tenía serias dificultades matrimoniales y la pareja no tenía relaciones sexuales (ver. pag. 132); estaba seguro que su mujer le traicionaba, su salud se había deteriorado, tenía fuertes dolores de cabeza (pag. 99) y paraba poco en su casa.

En suma, estaba bajo una fuerte depresión combinada con una carácter colérico y accesos de rabia que llegaron a materializarse golpeando, por lo menos una vez, a su mujer. Por sus antecedentes se sabe que conocía perfectamente la zona de Withechapel y que no le resultaba extraño el trato con prostitutas (pag. 408).

No existe ninguna clase de documento que muestre que James estaba en otro lugar cuando sucedieron los asesinatos de Jack el Destripador. Dicho con otras palabras, carecía de coartada convincente. Para colmo un dibujo del Daily Telegraph del 6 de octubre de 1888 hecho en base a descripciones policiales (a su vez obtenidas de testigos ocasionales) muestra una imagen de un hombre tremendamente parecida al Maybrick de esa época.

Si el diario es inventado, el falsificador ha tenido una suerte tremenda para que no se pudiera rastrear ninguna contradicción material entre lo que sabemos de James Maybrick y lo que conocemos de Jack el Destripador.

Aunque no pueda demostrarse que Maybrick sea efectivamente el famoso asesino sí se puede decir que tuvo el motivo, el método y la oportunidad para realizar esos crímenes. Por supuesto que luego de 100 años no se puede encontrar indicios delatores en su casa, o en su oficina; pero todo el conjunto despide una luz inquietante que, aún con el más riguroso de los métodos, obligaría a considerar muy seriamente el Diario aparecido.

Según el informe medico James Maybrick murió de gastroenteritis, pero el arsénico no es la causa segura de su deceso (pag. 362). Justo en la época de su muerte James había tenido unos días de reconciliación con su mujer y había dejado de ingerir los polvos tóxicos. A pesar de estos datos el tribunal consideró, sin ninguna prueba material, que la causa de su muerte era envenenamiento por arsénico.

Para más datos, que hagan sospechar una muerte tan extraña, el libro transcribe un informe de la policía donde, tiempo después, del juicio, un testigo comenta como, por pura suerte, tuvo oportunidad de escuchar una conversación donde se planeaba la muerte de Maybrick (pag. 364)

Nada de esto se investigó seriamente. Luego del juicio y castigo de Florence, el caso se cerró y nunca se reabrió. Tampoco influyó la polémica que originó la condena de Florence Maybrick, ni el disgusto que desde el otro lado del Atlántico, llegó a Inglaterra por la condena tan insatisfactoria de una ciudadana norteamericana.

Todo hace pensar que se movieron importantes presiones para dejar el caso zanjado. Nadie tenía interés en ver a la mujer de James Maybrick en libertad, contando lo que sabía de su extraño marido. Sobre esto no hay nada documentado. Sólo queda la sensación que se pasó por la causa de su muerte demasiado rápido y demasiado superficialmente.